Una vez más nos encontramos en estos inhóspitos lugares. Después de una larga temporada en la cual me he apartado bastante de todas las redes sociales he decidido hacer una pequeña -aun que espero que sea permanente- por aquí. Así que, básicamente, este es un post para saludar.
Para ser sincera, vengo cargada de novedades y nuevos proyectos, porque como he dicho alguna vez, la vida da mil vueltas, y cuando menos te lo esperas todo da un cambio de 180º. En esta ocasión ha ocurrido algo así, y como siempre, lo único que se puede hacer en estos casos es asumir los hechos con el mayor optimismo posible. Los imprevistos son el pan de cada día, y por eso debemos acostumbrarnos a ellos. Más aún teniendo en cuenta que cuanto más marcado tengas tu camino, más imprevistos te van a surgir, por lógica. Y además, todos sabemos que las casualidades y las cosas sin planear suelen terminar siendo las mejores...
Sin embargo, también es verdad que la mayoría de nosotros, como seres racionales que somos, tenemos tendencia a planificar y ordenar todo. No nos gustan los imprevistos, no nos gustan las sorpresas, no nos gusta aquello que no podemos controlar, y, desde luego, no nos gusta salirnos del camino marcado -siempre hay excepciones, pero la regla general es que a todos nos asustan los cambios-. Por esta razón es necesario asumir que los cambios, los imprevistos y las sorpresas, suceden. No hay más. Y también que unas veces serán para bien y otras para no tan bien. Por ello, y dado que no podemos evitar que ocurran, lo mejor que podemos hacer es asumirlos y tratar de sacar partido de ellos.
Bien pues. Los cambios y los imprevistos han sido la regla general de los últimos años de mi vida, razón que me ha obligado a aceptarlos e incorporarlos a mi vida de la forma más sana posible, siendo consciente de que cada cambio, aunque te obligue a dejar atrás y decir adiós -aunque sea temporalmente- a algunos de los planes que tenías en mente para tu camino a corto o largo plazo, puede traerte cosas mucho mejores de las que en un principio esperabas, siempre y cuando sepas aprovecharlo. Expectativas al máximo.
Así que, como ya se habrá podido deducir por toda esta perorata sobre los cambios y los imprevistos, sí, de nuevo me encuentro en una de esas etapas de la vida en la que los cambios te llegan de golpe y en tal cantidad que te obligan a replantearte absolutamente todo tu presente y tu futuro. Es obvio que estas decisiones nunca son fáciles de tomar, pues suelen conllevar el tener que renunciar a muchas cosas y eso nunca es sencillo. Como consejo personal así sacado de debajo de la manga, recomiendo que ante tal situación uno sea especialmente consciente de aquellas cosas que no le estaban haciendo demasiado bien y que, gracias a la necesaria re-estructuración de su vida, van a desaparecer -junto con un montón de cosas buenas que preferiríamos que no se fuesen a ningún lado, pero oye, menos es nada-.
Entonces, volviendo a lo que viene a ser mi persona, mi vida ha sufrido un enorme giro completo a lo largo de este verano, no solo en relación al presente, sino también en lo concerniente al futuro más próximo. No voy a soltaros todo el rollo sobre estos cambios que en su mayoría pertenecen al ámbito personal e íntimo y ni os van ni os vienen, sino que voy a limitarme a informaros de que volveré a estar por aquí, cargada de cambios tanto en el terreno personal, como profesional, como en muchos otros ámbitos. De todos esos cambios os iréis enterando poco a poco -y así os mantengo un poco en suspense, que también es bonito, no?- al igual que de el enorme abanico de nuevas posibilidades que se me han abierto con este enorme giro.
Y así sin más, me voy despidiendo hasta dentro de muy poquito porque tengo ya varias cosas en mente que no tardarán en caer por aquí. See ya!
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